Hoy mientras salía al trabajo, al despedirme de Erika la encontré dormida, con la operación encima y después de haber atendido a nuestra hija recién nacida por casi toda la noche..........Isabella decidió que no tenía sueño y más bien hambre.
Camino al trabajo reflexionaba sobre esto y el increíble amor que tienen las madres por sus hijos. Como entregan sin esperar ninguna recompensa sus noches, sus cuerpos y sus vidas para tener, atender, educar, alimentar y cuidar de sus hijos, con la esperanza de verlos convertidos en hombres y mujeres de bien............Ese silencioso trabajo que hacen muchas veces sin recompensa y sin reconocimiento, otras veces sin ayuda del esposo o porque no decirlo con nuestra indiferencia absoluta; pero siempre con un inmenso amor y con una entrega casi sobrenatural. A través de Erika quiero hacer un reconocimiento a todas las madres que son las administradoras del hogar y probablemente el pilar más fuerte de la familia después de Dios. A veces pienso no se que haría sin ella pues me complementa tan bien; realmente somos partes de un solo cuerpo*.
Me siento súper bendecido con Erika no solo por que Dios me la ha dado como esposa y madre de nuestros hijos sino también por su increíble transformación y la obra del Espíritu Santo en ella.
Te amo mi amor
(*)
Génesis 2:18,21-22 NVI
[18] Luego Dios el Señor dijo: «No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada.» [21] Entonces Dios el Señor hizo que el hombre cayera en un sueño profundo y, mientras éste dormía, le sacó una costilla y le cerró la herida. [22] De la costilla que le había quitado al hombre, Dios el Señor hizo una mujer y se la presentó al hombre,
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